A las once y media de la noche, las calles de Yunquera de Henares quedaron a oscuras, iluminadas únicamente por el titilar de las velas y las antorchas que marcaban el recorrido. En un momento cargado de emoción, David Meco González, prioste 2025, llamó a la puerta de la ermita de la Soledad. Bajo un silencio reverente, la talla del Santo Entierro inició su salida, acompañada por el respeto de los vecinos.

 La imagen fue llevada en hombros por cuarenta anderos, vestidos con túnicas blancas y capuchones rojos, escoltados por guardias romanos y una comitiva de hermanos portando antorchas. Tres penitentes descalzos, cargando pesadas cruces de madera, acompañaron el cortejo, añadiendo un profundo simbolismo a la marcha.

 El capataz dirigió con precisión a los anderos, mientras la Banda de la Soledad marcaba el paso con una marcha solemne. El silencio solo se rompía con el toque de corneta, señal para las levantadas del paso, un emotivo homenaje a los hermanos fallecidos que en su día portaron la imagen.

 Uno de los momentos más emotivos llegó en el patio del Palacio de los Mendoza, donde el Santo Entierro se encontró con Nuestra Señora de los Dolores. Representantes de ambas hermandades leyeron poesías que evocaban la Pasión de Cristo y el dolor de la Virgen, en una escena que conmovió a los presentes.

El momento culminante llegó cuando un hermano del paso alzó la voz: "¡Al Cielo con Él!". Los anderos respondieron con la levantada más potente de la noche, un gesto lleno de fuerza y devoción.

 Finalmente, ambas imágenes se dirigieron a la iglesia parroquial, donde, bajo la tenue luz de las antorchas, el sacerdote José Benito pronunció las últimas palabras. La Banda de Cornetas y Tambores interpretó el conmovedor "toque de silencio", poniendo fin a una noche inolvidable.

 Declarada de Interés Turístico Provincial en 2010, la procesión del Santo Entierro sigue congregando cada año a cientos de yunqueranos y visitantes, manteniendo viva una de las tradiciones más profundas y emocionantes de la localidad.