Un informe propone medidas de conservación para el roble centenario de Valdeluz
Riegos de apoyo a lo largo de todo el año y más frecuentes en verano para satisfacer las necesidades hídricas. Sistemas de sustentación en las ramas que lo requieran para contrarrestar la excesiva palanca o tensión y mantener la estructura viva. Seguimiento de las especies encontradas para diseñar los tratamientos preventivos contra las plagas y enfermedades. Y algún elemento que evite las visitas a pie en las proximidades para evitar compactaciones que puedan generar hipoxias en el suelo y daños en las raíces. Son algunas de las propuestas de conservación que contiene el informe encargado por el Ayuntamiento de Yebes a un grupo de expertos de la Asociación Micorriza, con la que este municipio lleva varios años trabajando en el desarrollo y puesta en marcha de actividades de concienciación ambiental, para averiguar y diagnosticar el estado sanitario y fisiológico del quejigo centenario de Valdeluz, uno de los árboles más emblemáticos del este municipio, en términos de seguridad estática.
El 29 de julio de 2015, Yebes se convirtió en el primer ayuntamiento de la provincia de Guadalajara en aprobar una Ordenanza municipal para la protección del arbolado singular de interés local. Después de aquel hito en la gestión medioambiental y conservación del patrimonio arbóreo vendrían otros, como el diseño y señalización de la ruta por los árboles centenarios de Yebes y Valdeluz, la aprobación del Plan de Gestión de Valdenazar o la publicación de una guía que cataloga y ordena estos vestigios forestales. “El estudio de este vetusto ejemplar se enmarca en este conjunto de medidas para preservar este patrimonio natural e implementar acciones de cara a su conservación”, detalle Vidal Gaitán, concejal de Medio Ambiente. Con casi 18 metros de altura y una copa de más de 20 metros de envergadura, el roble carrasqueño (Quercus faginea) del Parque de la Concordia es el árbol de mayor perímetro de tronco de este municipio. Que fue respetado durante siglos dentro de un campo de cultivo cerealista, por proveer de abundante sombra a sus sucesivos propietarios y por su imponente figura.
Con el fin de categorizar el riesgo que presenta este magnífico ejemplar de quejigo, el pasado verano se le practicó una evaluación básica y otra de testeo instrumental con ayuda del resistógrafo. Se trata de un instrumento de medición que introduce una varilla en el interior para evaluar la dureza allí por donde va perforando, para detectar pudriciones y cavidades internas reveladoras de una disminución de la capacidad de sustentación del árbol. Para identificar posibles puntos críticos, se contó con el apoyo de un martillo de nylon para la detección de defectos internos. “Los indicadores de vitalidad han confirmado que se trata de un robusto ejemplar centenario de roble carrasqueño con actividad normal y, por tanto, buen potencial de respuesta ante situaciones adversas”, detalla Gaitán. Con crecimientos de cicatrización muy elevados en algunas zonas, como en la herida causada por un rayo y que hendió uno de los cimales, una capacidad de fabricar tejido que no es de distribución heterogénea.
En cuanto al análisis fitopatológico, el informe concluye que se ha detectado la presencia de un hongo xilófago en la vertiente norte, en el suelo, un indicador de pudrición de raíces, muy frecuente en esta especie. “En concreto, se encontraron únicamente tres cuerpos fructíferos, muy próximos entre sí, lo que indica que se trata de un ataque localizado y no extendido”, advierte el edil de Medio Ambiente. En la evaluación del estado del tronco, que se llevó a cabo a una altura de medio metro hasta la horquilla maestra, se dirime que no existe inclinación y se descubre una exudación localizada en dos puntos, que podría corresponder con la presencia de una bacteria que provoca chancros sangrantes y relacionada con la conocida como ‘seca de la encina’. Por lo que respecta a la copa, presenta menos de un 10% de ramas secas. Con heridas bien cicatrizadas en las ramificaciones principales y excelente distribución y proporciones correctas en las secundarias, con síntomas de plagas o enfermedades en las hojas.
A modo de conclusión, el estudio encargado por el Ayuntamiento de Yebes para conocer el estado de este espléndido roble determina que estamos ante un ejemplar de vitalidad, gran estructura y salud en madera interna y copa alta. Sin embargo, hay presencia de varias afecciones que no es deseable que lleguen a suponer un problema fitosanitario. Las zonas más comprometidas se localizan en la inserción de las grandes ramas o cimales, puesto que se apoyan sobre una estructura con una enorme cavidad. Hasta el momento, las dimensiones de esa cavidad no arrojan urgencia o colapso inminente, pero en función del crecimiento futuro la situación será cada vez de más riesgo. “En definitiva y atendiendo a la categorización del riesgo, no existe ningún parámetro que tenga valor distinto al de bajo”, concluye Vidal Gaitán. El concejal de Medio Ambiente hace un llamamiento a la población para que contemple y visite este majestuoso roble “desde la distancia”, dado que evitar la compactación del terreno sobre el que se asienta y proteger las raíces es una de las propuestas de actuación recogidas en este informe.