Una de las zonas con mayor encanto de nuestra ciudad es sin lugar a dudas la confluencia de las calles Miguel Fluiters, Teniente Figueroa y San Juan de Dios; llamada popularmente como “ Santa Clara”. El nombre popular del citado barrio es en honor al antiguo Convento de Santa Clara, hoy ya desaparecido y el cual era habitado por las monjas Franciscanas Clarisas. El edificio eclesiástico estuvo en pie hasta el año 1912 cuando las últimas moradoras fueron trasladadas al convento valenciano de Canals. 

El convento fue comprado por Álvaro de Figueroa y Torres, conocido popularmente como el Conde de Romanones. El popular Conde aceleró los trabajos de demolición y cedió a Guadalajara la iglesia del convento, que en la actualidad es la parroquia de Santiago. Igualmente construyó un precioso hotel que, afortunadamente, conservó una de las entradas del antiguo convento. El hotel comenzó llamándose “ Palace” y con el tiempo se llamó España, aunque todo el mundo lo llamaba con el nombre original. Este establecimiento se convirtió en el epicentro de la sociedad arriácense y en sus salones se celebraban interesantísimas tertulias de la gente intelectual de Guadalajara. Era también el lugar en donde se hospedaban los toreros que por la tarde actuaban en el Coso Taurino de Las Cruces. Precioso era el desfile que salía de la puerta del hotel y llegaba hasta la mismísima puerta principal de la plaza de toros y que estaba formado por los alguacilillos, los propios toreros y la banda de música que amenizaba el espectáculo taurino.

Fue igualmente en este barrio donde se celebraban los peculiares mercados de los martes, en los que de forma muy singular se vendían y realizaban curiosos trueques de tierras, cereales y ganados, por parte de agricultores y ganaderos de la capital y provincia, un mercado desgraciadamente ya desaparecido.