Tristán Barroso y Rubén Núñez salen a hombros en Tamajón
Tamajón, en su semana cultural del mes de agosto, acogió, en la tarde de ayer, una becerrada, en formato de clase práctica, en la plaza de toros de la Carrasquilla. Con ella, se recuperó el habitual festejo taurino anual que tiene lugar en la villa agallonera cada verano. Fue la segunda del certamen Guadalajara Busca Torero, después de la celebrada en Maranchón, en julio. La tercera y última tendrá lugar en Illana, el 10 de septiembre.
Se lidiaron 5 becerros de las ganaderías de Hermanas Ortega, y también de Belén Ortega, de Aranjuez, Madrid. El resultado final fue una tarde de éxito con el ganado, en la que los novilleros cortaron cinco de las diez orejas posibles.
Presidió el festejo el alcalde de Tamajón, Eugenio Esteban. Abrió plaza Arturo Sierra, del CITAR, novillero colombiano que toreó a Vinatero. Su actuación ayer en Tamajón supuso el debut en España de este muchacho, ya curtido en le vida, pero que ha empezado su carrera taurina tarde. Le costó templarse en las primeras tandas, pero después consiguió varios muletazos interesantes con la mano izquierda. Con la derecha, se acercó, logrando toreo en redondo, con circulares invertidos. El triunfo, se le fue en la espada. Como mandan los cánones, el debutante le puso ganas y voluntad. “He podido disfrutar del novillo, sobre todo en la cercanía. Tengo que trabajar la espada. De mi estreno en España, me llevo algunas buenas sensaciones, y todo por trabajar”, decía ayer.
El segundo becerro le correspondió en suerte a Sergio Sánchez de la Escuela Taurina de la Diputación de Badajoz. Como le había pasado antes a Sierra, la espada echó a perder el triunfo, puesto que le hizo una interesante faena a Cuidadoso. El animal venía débil, por sus cuitas en los corrales, pero el chaval supo sujetarlo a media altura, jugando con él. “Me he visto muy bien con un novillo con poca fuerza, limpio con el capote y rotundo con la muleta. Lo he toreado a gusto y como yo me siento. La pena, la espada”, decía Sánchez.
Faena muy medida al tercero de la tarde, de nombre Lorito, por parte de Rubén Núñez, alumno del CITAR. Al animal, no se le vio hasta la muleta, porque en el capote estaba probón, pareciendo incluso que podía tener un defecto en la vista. Una vez centrado, Núñez le hizo una faena breve, sabiendo medir la emoción. Rematado con una estocada que le hizo acreedor el premio de las dos orejas. “Ha sido un novillo obediente, que me exigido estar bien colocado. Tardé en acoplarme, pero después levanté la faena con una buen espada, me voy contento de Tamajón”, contaba el novillero al terminar.
Tristán Barroso, de la Escuela de la Diputación Provincial de Badajoz, fue el primero en tocar pelo, quizá al mejor becerro de la tarde. Barba, que así se llamaba, tenía encaste Santa Coloma, de la línea de Coquilla, animales más vivos, que rápidamente cogen sentido, y tienen menos recorrido. Barroso supo templar la embestida del becerro y administrar convenientemente la faena, obteniendo como premio las dos orejas. Exigente, Tristán afirmaba que “ha sido un novillo bueno, que me ha permitido disfrutar de la afición. Me voy contento por haber podido triunfar, pero no satisfecho”.
A Darío Romero, de la Escuela Taurina de Cáceres, le correspondió en suerte Conde, que tenía su fiereza y unas hechuras muy diferentes a las de sus hermanos. Su empuje encontró la horma de su zapato en la disposición de Darío, que lo recibió a puerta gayola. Romero mostró su versatilidad con el capote, puso banderillas, y con la muleta se centró en el toreo fundamental, serio y riguroso. Un pinchazo hondo le valió para conseguir la oreja.