Se MUERE. La ermita olvidada de Hontoba
El panorama de la ermita de los Llanos de Hontoba, que data del siglo XIII, es desolador. Desde tiempos inmemoriales se encuentra en estado de ruina, sin techumbre y muros derruidos, aislada en una colina que vigila a la localidad en su cara norte
Hace seis años, relata uno de los vecinos de Hontoba, Ángel Luis López, sustrajeron las piedras que soportaban los ventanales. Posteriormente se cayó otra de un esquinazo. Pero la precipitación reciente del esquinazo entero, con la caída de la mitad de lo que queda de una de las entradas, ha supuesto “la muerte total” del pequeño templo.
Su Virgen ‘llora’. Cuando los habitantes de Hontoba la suben desde la iglesia parroquial, todos los segundos sábados de mayo, Nuestra Señora pasa frío, ya que lo primero que se aprecia, nada más llegar, es que su pequeño templo no tiene techo.
Gracias al calor que la proporciona la fe vecinal vive cada año un momento muy especial, agridulce y nostálgico. Ella, y todos los que la rodean, tienen muy presente su historia, de gran solera. No quieren que se olvide.
Para ello recorren los tres kilómetros que conforman el pequeño camino que rodea el cerro. Una vez allí, con su imagen presidiendo el altozano, celebran una misa, tras la cual, como es tradición, hacen un picnic familiar, en una de las costumbres más arraigadas y entrañables del pueblo. Ya al caer la tarde la devuelven a la iglesia parroquial donde pasa el año.
Su origen es muy antiguo. Fechado en la edad media, siglo XIII, según leyenda allí se apareció la Virgen a un pastor al que pidió se le levantara una ermita. “Durante siglos fue muy numerosa la afluencia de devotos y la celebración de romerías en aquella altura, desde la que se contemplan dilatados panoramas”, se describe en la web de la editorial AACHE.
Junto a ella instalaron casa los monjes jerónimos de Tendilla, que atendían el culto de la ermita, y recogían las limosnas. “Y en ella también gustaron de pasar largas temporadas los duques del Infantado, en especial el cuarto duque, el anciano don Íñigo López de Mendoza, mediado el siglo XVI”, prosigue. Los restos actuales son de la ermita “que, en ampuloso estilo barroco, se construyó hacia el siglo XVIII, y no encierran nada de artístico”.
Un historiador, hijo del pueblo, Aurelio García López, es el autor de Historia de Hontoba, editado por AACHE en su colección “Tierra de Guadalajara” nº 70 asegura: “Es probable que la ermita se asiente sobre una antigua atalaya defensiva de la orden de Calatrava que con el paso de los siglos se convirtió en ermita”, aunque, continúa, “tenemos noticias de la existencia de una pequeña capilla donde se custodiaba a la virgen desde el siglo XIII”.
El maestro de obra que concluyó la ermita de los Llanos, tal y como ahora la conocemos, fue Pedro Sánchez Portal, oficial, que en 1642 remató la finalización de la obra del cabildo de la Colegial de Pastrana. “La obra consistió en levantar un templo de planta de cruz latina con una sola nave y bóveda en los cuatro brazos, y una cúpula en crucero”, explica Aurelio González en su estudio. Sus paredes –describe- eran de aparejo regular en las esquinas y mampostería en el resto. “Con ventanas de gran tamaño, puerta de entrada rectangular de piedra sillar labrada, en la fachada se combina la piedra sillar y el ladrillo, coronada por un pequeño ojo de buey”.
La decoración interior –sigue- es de yeso con la decoración del friso superior. “En las paredes se puede observar todavía restos de pintura al fresco con dibujos que asemejan a un cáliz y una cortina de color naranja”, dibuja.
Recomendación bibliográfica.
Es fundamental para conocer la historia y la riqueza patrimonial de Hontoba el libro que escribió un historiador, hijo del pueblo, pero destacable por muchos otros motivos: Aurelio García López es el autor de “Historia de Hontoba”, editado por AACHE en su colección “Tierra de Guadalajara” nº 70, con 320 páginas y numerosas ilustraciones y documentos.