La primavera, a cuyo encuentro fui la semana pasada a  los aledaños del Ocejón y del Alto Rey se ve que viene con retraso, porque mucho después, cuando escribo esto, todavía no ha llegado, y han sido la lluvia, nevadas y temperaturas bajas las que nos han hecho recordar el invierno que creíamos ya superado. Y empiezo a pensar que la profunda voz que desde el bosque me dijo que la primavera estaba llegando no era del genio del bosque, como creí, sino la de un elfo, gnomo, duendecillo  o espíritu de la montaña burlón que no quiso que  me volviera pensando que mi viaje a la Sierra había resultado frustrado. . Así que casi mucho después de la llegada astronómica de la primavera, todavía no ha llegado la climatológica. Se ve que es una primavera indecisa. Pero tendrá que decidirse, y esperemos que sea antes del 40 de mayo. Como el tiempo continúe así, podremos correr el riesgo de que una helada tardía en abril dé un hachazo a la floración de los frutales rosáceos dejándonos sin almendras, cerezas y ciruelas, como algunos años.Mientras tanto, no seamos impacientes y demos tiempo a los poetas para reaccionar y dedicar sus  cantos a la Primavera, como han hecho toda la vida, aunque últimamente se muestran reacios a ello, conscientes, quizás, de que a sus versos crípticos el pueblo les vuelve la espalda. Al parecer esto ya  sucedía hace cuatro siglos, como dice Cervantes en La Ilustre Fregona”. “Verdaderamente hay poetas en el mundo que escriben trovas que no hay diablo que las entienda”, aunque tal vez sea debido, como dijo Lord Maucaulay, hace dos siglos, “a  que para ser poeta o gozar de la Poesía hace falta cierto desequilibrio mental”, más o menos  lo que ha reconocido la Paremiología con el popular dicho de que “de poetas y locos, todos tenemos un poco” Y ya metidos en el refranero, a  lo mejor es que la Primavera se atiene a lo de “Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”, con lo que tendremos que repensar si esta indecisión primaveral para traer el buen tiempo no  es normal y sucede todos los años, aunque de uno a otro lo olvidemos”. Lo que no acepto, sin embargo, porque yo sí lo he hecho, es la afirmación del alemán Borne, de que “ningún poeta ha celebrado bellamente los lindos ojos de su propia mujer”, aunque lo de “bellamente” no lo debo decir yo, ni lo digo,  pero sí más de un colega ha elogiado mi poema en sextetos que le  dediqué y que tengo enmarcado.