Pilar, Cantalojas: "Esto es la supervivencia de la supervivencia"
Pilar Moreno Esteban lleva 21 años al frente de una tienda de pueblo y varios alojamientos rurales en Cantalojas. Regenta su negocio desde que llegó al municipio con la vocación de quedarse para siempre. Pero hoy, como tantos vecinos de la Sierra Norte, se siente desbordada. Desde el jueves 13 no tienen internet, ni fijo, ni cobertura estable. No funciona nada. Y siguen igual.
El suyo es el retrato de una situación límite. Ella lo resume en una imagen cruda: “esto es la supervivencia de la supervivencia”. Asegura que están “totalmente desmoralizados e impotentes”, viviendo cada día “con penurias, dificultades y como se pueda”. No es un episodio puntual. Según cuenta, lleva dos décadas sufriendo “problemas toda la vida”: “si no falla la luz, falla la cobertura; si no se cae un cable, se vuela una antena; si no es el invierno, es el verano por saturación”.

Pilar no habla solo por ella. Habla por los vecinos de toda la zona del Alto Rey -Cantalojas, Campisábalos, Galve de Sorbe y aldeas adyacentes- y por quienes acuden los fines de semana o en verano. Habla por los negocios pequeños que sostienen la economía local: una tienda de pueblo, el camping, el bar-restaurante de la plaza, el hostal del Hayedo y los alojamientos rurales. Habla por los turistas que llegan “sin un duro” en efectivo y no pueden pagar con datáfono. Habla por los que, al caer la tarde, no pueden ver una película ni una serie, “porque no se descarga nada”. Habla de las infinitas trabas por el hecho de que los negocios no pueden cobrar por TPV, porque no funciona. Habla de ayuntamientos paralizados, mayores en riesgo ante urgencias; costes desorbitados para contratar servicios alternativos que garanticen opciones para proseguir con los negocios sin que estos se vayan a pique; de un futuro rural “bloqueado por inversiones que no llegan”.
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Su relato es el de una comarca entera bloqueada. Estos son siete los perjuicios:
1. Riesgo para la población mayor: sin posibilidad de llamar a emergencias
La cobertura móvil es tan irregular que hay zonas que llevan siete años sin señal estable. En pleno invierno, sin luz y sin móvil, la seguridad queda comprometida.
2. Parálisis económica: negocios sin datáfono y turistas incomunicados
En Cantalojas, como en el resto de los pueblos, los pagos dependen de los datos móviles. Cuando estos fallan o se agotan, simplemente no se puede cobrar. Ni en el bar, ni en el camping, ni en el hostal, ni en la tienda. Los visitantes llegan confiando en el uso de tarjetas. “La gente viene sin un duro”. Resultado: cancelaciones, pérdidas y frustración.
3. Ayuntamientos paralizados: trámites imposibles y desplazamientos forzados
El secretario municipal ha tenido que moverse “persiguiendo internet” de un pueblo a otro, asegura Pilar. No se pueden tramitar expedientes, notificaciones, licencias ni documentos esenciales. La vida administrativa queda en suspenso.
4. Incomunicación total: sin fijo, sin móvil, sin televisor
La fibra depende de una instalación aérea que se ha visto afectada por el viento. El móvil apenas funciona por satélite en algunos puntos. El fijo va ligado al móvil o a la fibra, así que también cae. Las plataformas dejan de funcionar. Las familias se quedan solas.
5. Alojamientos rurales colapsados: sin series, sin Wi-Fi y sin servicios básicos
A las cinco de la tarde ya es de noche. Los turistas buscan refugio en las casas rurales. Pero tampoco funciona la televisión conectada a fibra, ni las plataformas, ni el Wi-Fi.
Las familias preguntan por la contraseña, pero no hay conexión que ofrecer. La experiencia se degrada y la reputación del destino también.
6. Costes desorbitados: supervivencia a base de datos
La alternativa que queda es tirar de datos móviles. Si se acaban, se paga más. Y si el coste es alto, “te aguantas y pagas lo que tengas que pagar”, afirma Pilar. Para muchos negocios, es inviable.
7. Un futuro rural bloqueado
Pilar explica que la fibra instalada en 2022–2023 llegó por subvenciones a través de la Junta y de una compañía privada, pero que todo fue aéreo, “como un tendido telefónico antiguo”. Los problemas persisten. El seguimiento, asegura, ha sido nulo. La promesa de teletrabajo, seguridad en las comunicaciones y servicios digitales es, en sus palabras, “publicidad, pero no realidad”.
Un episodio más en una larga cadena de cortes
El pasado jueves 13 un viento “un poquito más fuerte” tumbó una antena. Desde entonces, la Sierra Norte vive una desconexión total. Diez días después, los pueblos continúan sin solución y con la sensación de estar abandonados. El alcalde de Cantalojas, Sergio Arranz, habla de “impotencia” y de agotamiento. Recuerda que llevan años reclamando un servicio básico: luz estable y una cobertura mínima.
Entre vecinos se repite la misma idea:
“Luego quieren que la gente venga a vivir a los pueblos. Con esta situación es imposible”.
Una comarca que solo pide dignidad
No reclaman grandes infraestructuras, ni proyectos millonarios. Reclaman vivir con la misma dignidad que cualquier otro ciudadano: poder llamar si alguien se pone enfermo, poder cobrar en una tienda, poder recibir turistas, poder trabajar.
Es lo que opina Pilar, Sergio, el alcalde, y los habitantes de la zona. Pilar lo resume desde su tienda de pueblo y sus alojamientos rurales: “Estamos bloqueados. Sobreviviendo”.
Su testimonio es el espejo de una Sierra que se siente sola, castigada por cada temporal y olvidada en cada avería.
