“Para poder curar a mucha gente hay que conocer muy bien la biología del tumor”
La doctora Eva Ciruelos, natural de Alcolea del Pinar, es coordinadora de la Unidad de Cáncer de Mama del Hospital Universitario 12 de Octubre, además de vicepresidenta el grupo académico SOLTI de investigación en su área de especialidad. Igualmente, ejerce su labor docente en la Universidad Complutense de Madrid. Su nombre se puede encontrar en listas como “Los 25 mejores oncólogos de España”, “Las científicas y médicas más influyentes” o “Las 500 españolas más influyentes”. En definitiva, que cuando ella habla sobre cáncer de mama, el resto del mundo escucha.
¿Hacia dónde se está encaminando el tratamiento del cáncer de mama?
El cáncer de mama es el tumor más frecuente en mujeres de España, afectado a una de cada ocho. Eso significa que hay unos 35.000 nuevos casos al año, todos los años. Eso supone una carga de trabajo y de preocupación sanitaria impresionante. Entonces, lo que tratamos de hacer los investigadores es, fundamentalmente desde la investigación física, conocer mejor la enfermedad realizando muchas técnicas de biología molecular y muchos análisis del tumor para saber exactamente cómo es cada tumor, y poder dar a cada paciente el tratamiento que mejor le vaya. Eso normalmente va encaminado a conocer alteraciones genéticas, de proteínas o de las partes más pequeñas de la estructura tumoral para saber luego a qué fármaco puede ser más sensible. De esta manera, por ejemplo, no ponemos quimioterapia a todo el mundo. O no ponemos tratamiento hormonales ni inmunoterapia a todo el mundo, sino sólo a aquellos que lo necesitan.
En definitiva, se busca el mejor tratamiento para cada persona.
Eso es, individualizar el tratamiento lo máximo posible. Nunca vamos a poder tener un fármaco para cada paciente, como es lógico, pero podremos ir haciendo grupos de pacientes cada vez más pequeños y más homogéneos. Eso quiere decir que cada vez sean más parecidos entre sí, para después aplicar a cada paciente el mejor tratamiento y que le funcione mucho mejor, para que además tenga menos efectos secundarios. Igualmente, sin malgastar dinero ni tiempo utilizando fármacos que no van a funcionar, por ejemplo, porque el paciente no tenga una característica molecular determinada. Esa es la cuestión, ir describiendo cada vez más cómo es el cáncer de mama, cómo son las células y qué les pasa para que en unos casos evolucione de una manera y en otros de otra, encontrando así las mejores alternativas terapéuticas.
Eso convierte a la investigación en la clave de todo.
Es que si no investigamos no podemos descubrir esas alteraciones, y si no las descubrimos seguiremos poniendo tratamientos clásicos, de quimio, que producen muchos efectos secundarios y que a veces no funcionan como esperamos.
¿Cómo de importante es la detección temprana?
El cáncer de mama precoz puede ser muy precoz o poco precoz. Para que te hagas una idea, una de cada ocho mujeres que son diagnosticadas ya tiene metástasis en el momento en el que vienen a la consulta. Esto es tremendo, es devastador, porque al final estás llegando muy tarde al tratamiento del tumor. Por eso lo que queremos es que las campañas de prevención no se paren nunca. Ahora se han parado por el COVID-19, y esto ha sido un desastre. No se tienen que parar para poder detectar los tumores cuando todavía la mujer no sabe que los tiene. En una fase muy precoz, asintomática. De esta manera podremos tener tumores muy pequeños, que no tengan afectación de los ganglios ni de órganos a distancia. Esos son tumores que se pueden curar, que el paciente viva después toda su vida como si no lo hubiera tenido.
Ahí entra el cribado.
El cribado es la detección precoz de esos tumores. No es prevenirlos, porque el tumor ya está ahí, sino que es pillarlos en una forma muy temprana. Esto ha demostrado que puede reducir la mortalidad en cánceres tan frecuentes y tan importantes como son el de mama, el de colon o el de cérvix. Sin cribado, esa mortalidad sería mucho mayor.
¿Qué papel tienen las nuevas tecnologías en esa detección?
El cribado consiste en aplicar técnicas radiológicas en el cáncer de mama, igual que en el cáncer de cérvix consiste en hacer citologías en las mujeres en edad reproductiva o en el de colon el mirar sangre oculta en heces. En la mama, los radiólogos aplican mamografías en un rango de edad de entre los 45 y los 70 años, dependiendo de la comunidad autónoma. Aquellas mujeres que tengan una mama densa, más fibrosas, que se ven peor en las mamografías, también se recomienda adicionar la ecografía de la mama. También hay otras técnicas radiológicas de innovación, como es la tomosíntesis, que es hacer una especie de escáner de la mama con cortes muy finos, que aumenta mucho la sensibilidad y el rango de detección. Además hay otras nuevas técnicas de ultrasonidos en la mama, que detectan tumores en estadios muy precoces. Y por supuesto la resonancia magnética de la mama, cuya sensibilidad de detección ronda el 85%, así que casi siempre que hay algo lo detecta. Pero eso es algo que se aplica sólo en mujeres que tienen un riesgo muy alto de tener un cáncer de mama, con alguna alteración genética familiar.
Hablando ya de prevención, siempre se habla de la autoexploración.
Cualquier mujer, desde los 18 ó 20 años, tiene que saber reconocer cualquier cambio que afecte a su contorno en su exploración mamaria. Después de la menstruación, a partir del tercer o cuarto día, debemos primero mirar las mamas en un espejo, con el objetivo de reconocer su simetría y que no haya cambios en la altura, la forma del pezón o en la areola. Después, con la palma de la mano plana, hay que explorar la mama contraria y también la axila, detectando cualquier bultito o anomalía que previamente no estuviese, para acudir rápidamente a nuestro ginecólogo o al médico de cabecera, quien pondrá en marcha los circuitos pertinentes para detectar de forma muy precoz un probable tumor.
¿Y qué pasa con los hombres?
Pues los hombres también tienen genes, y cerca del 1 ó 1,5% de los cánceres de mama ocurren en los varones. Por lo tanto, cualquier varón que tenga cualquier alteración en su mama, porque también hay glándula mamaria en el varón, también tienen que acudir inmediatamente a su médico. El problema de los varones es que ahí no se hace un cribado radiológico, salvo en casos muy excepcionales con familias que son portadoras de algún tipo de alteración genética, por ejemplo. De hecho, en cualquier varón que desarrolla un cáncer de mama hay que hacer un estudio genético y ver si en su familia existe esa alteración.
Entonces, ¿hacia dónde va el futuro de este camino frente al cáncer de mama?
Pues podemos hacer tres grupos. Uno es el de la detección precoz. Un cáncer es mejor no tenerlo que tenerlo, por lo que todo lo que podamos hacer para reducir los factores de riesgo son importantes. Para eso es mejor hacer ejercicio físico, al menos tres o cuatro días a la semana una hora al día. Es mejor prevenir la obesidad, el alcohol en exceso, tener los niños a una edad no muy tardía… Pero cuando el tumor ha aparecido, hagamos el cribado, la prevención secundaria, ya sea desde el centro de salud, desde el ‘mamobus’ o desde donde sea. Cada año o cada dos años, como nos recomiende el radiólogo. Segundo, para cuando alguien ha tenido ya un cáncer de mama, el futuro está en intentar curar al mayor número de pacientes. Es decir, que se mueran de otra cosa, de viejitos, que tengan la misma esperanza de vida que una persona que nunca ha tenido cáncer. Y para curar a mucha gente hay que conocer muy bien la biología de un tumor, qué riesgo tiene de dar una recaída y qué alteraciones concretas tiene para justificar ese riesgo y para aplicar los tratamientos necesarios. Así podremos dejar de dar quimioterapia a todo el mundo y daremos más tratamiento a quien sí lo necesite. No hay que matar moscas a cañonazos. Y tercero, frente a la enfermedad avanzada, hay que conocer muy bien las claves para que un tumor crezca y se escape a los tratamientos, para de esa manera poder controlarlo mejor. Porque una paciente con metástasis, de las que hay más de 100.000 en España viviendo en este momento, no puede estar sujeta y dando círculos en torno a su tumor. Porque es muy posible que fallezca de su cáncer de mama, pero intentamos que su calidad de vida, su día a día sea lo más llevadero posible. Para eso necesitamos tratamientos que se toleren bien, que sean muy eficaces, que no afecten mucho a la calidad de vida y que la prolonguen.
¿Y cómo lo conseguimos?
Pues todo esto requiere un esfuerzo de investigación, de conocimiento de hasta el menor de los detalles del tumor y de las características de cada paciente para aplicar tratamiento individualizados.