Once pueblos de Guadalajara tienen más extensión que Barcelona, Sevilla o Valencia
Once municipios de Guadalajara superan en extensión a grandes capitales como Barcelona (101,9 km²), Valencia (134,6 km²) o Sevilla (140,8 km²). Son pueblos de enormes términos, densidades mínimas y paisajes que se extienden durante kilómetros sin apenas población. El dato, recogido por el Instituto Nacional de Estadística (INE 2024), revela el contraste entre una provincia inmensa y muy despoblada frente a las grandes urbes españolas.
El municipio más grande es Sigüenza (386,87 km²), casi cuatro veces más extenso que Barcelona y más de dos veces que Sevilla. Le siguen Maranchón (332 km²), Brihuega (294,4 km²), Corduente (232,9 km²), Zaorejas (228,6 km²), Cifuentes (219,8 km²), Orea (195 km²), Pareja (166,6 km²), Villel de Mesa (166 km²), Molina de Aragón (168,8 km²) y Anguita (156 km²). Ninguno de ellos supera los 5.000 habitantes y en la mayoría no se alcanzan los diez vecinos por kilómetro cuadrado.
Territorios inmensos con pocos vecinos
Estos once municipios se reparten sobre todo entre el Señorío de Molina, la Sierra Norte y la Alcarria Alta. Sus ayuntamientos gestionan superficies que, en ocasiones, duplican la de Guadalajara capital (235,5 km²) pese a contar con una población hasta cincuenta veces menor.
Sigüenza, por ejemplo, suma una treintena de pedanías, entre ellas Palazuelos, Horna, Pelegrina o Barbatona, que obligan a extender los servicios públicos por todo su término. Brihuega, con diecisiete aldeas dispersas entre la Alcarria y el Tajuña, debe atender núcleos distantes hasta veinte kilómetros del casco urbano. En Cifuentes, sus nueve pedanías —de Gárgoles de Abajo a Sotoca de Tajo— se reparten por un territorio irregular de valles y parameras.
Molina de Aragón, con doce barrios rurales, y Maranchón, que agrupa varias aldeas históricas, se enfrentan a los mismos desafíos: carreteras largas, envejecimiento, falta de transporte y un mantenimiento costoso de servicios básicos.
En contraste, Guadalajara capital (235,5 km²), con 90.909 habitantes, mantiene una densidad de 386 habitantes por kilómetro cuadrado, lo que la sitúa muy por debajo de grandes urbes españolas, pero muy por encima de los municipios rurales. La capital concentra los servicios sanitarios, educativos y administrativos que, en estas zonas, deben cubrir áreas inmensas con muy poca población.
Aldeas diminutas y territorios despoblados
En el extremo opuesto se encuentran los municipios más pequeños, algunos con menos de diez habitantes. Angón (7,0 km²), Castilnuevo (8,0 km²), Valtablado del Río (8,0 km²) o Torremochuela (8,1 km²) son ejemplos de un territorio en retroceso demográfico. En invierno, apenas quedan vecinos permanentes.
En estas aldeas, situadas en la Sierra Norte o el Señorío de Molina, la densidad apenas alcanza un habitante por kilómetro cuadrado. La despoblación ha reducido servicios y tejido social, pero mantiene una forma de vida vinculada al paisaje y a la historia rural.
El contraste del Corredor del Henares
A escasos kilómetros, la realidad es completamente distinta. En el Corredor del Henares, los municipios registran densidades propias de áreas metropolitanas. Azuqueca de Henares (46,0 km²) supera los 780 habitantes por km², mientras que Alovera (33,4 km²), Marchamalo (20,3 km²) o Villanueva de la Torre (11,9 km²) se sitúan entre los 400 y los 560. Son cifras similares a las de ciudades medias del entorno de Madrid.
En estas localidades, el crecimiento residencial y la cercanía a la capital han transformado su perfil rural en apenas dos décadas. Mientras en la sierra se lucha por mantener escuelas o líneas de autobús, en el corredor se levantan urbanizaciones y polígonos industriales.
El contraste resume la dualidad de Guadalajara: una provincia de extremos, donde los municipios más extensos de España conviven con los más pequeños y donde la densidad oscila entre un habitante por kilómetro cuadrado y casi ochocientos.
