Jennifer Fernández llegó esta mañana a la estación de Guadalajara a las 9.20 horas con tiempo suficiente para coger el cercanías de la C-2 cuya salida estaba prevista siete minutos después.  “He tenido que esperar, de nuevo, dentro de un vagón un cuarto más de hora para que saliera”, lamenta. Ya Renfe no informa, aseguran los afectados. Los trabajadores de la estación son los que al final tienen que dar la cara ante los usuarios, “porque ya considera normales los retrasos”, aporta Lucía Arregui. Un capítulo más que pone de relieve el mal estado de la red. 

Jennifer asegura que la gente estaba desconcertada, porque “en megafonía no se informaba de la situación”. Pero el escenario se fue agudizando, a medida que el tren avanzaba. “La estación de Azuqueca estaba masificada, al igual que la de Meco, con lo que se hizo muy incómodo mi viaje hasta Alcalá de Henares, estación que estaba igualmente saturada de gente esperando el cercanías en sentido Madrid, ya que hacia Guadalajara no había tanta gente porque habían pasado dos cercanías seguidos”, prosigue.

Hacia las 8.30, sentido Guadalajara, en la parada principal de Alcalá de Henares, sucedía lo mismo. La megafonía, en este caso, sí que informaba sobre retrasos de hasta 40 minutos, por lo que los pasajeros se tuvieron que resignar.

A lo largo de este mes, informa otra pasajera, Lucía Arregui, los trenes de por la tarde han venido sufriendo retrasos a diario. “Durante las últimas semanas hay trenes que de forma regular no llegan, no salen, o salen tarde”. Los que llegan a Guadalajara, a las 18,30 horas, están masificados. “La gente iba como piojos en costura”, ironiza Lucía, que acusa a Renfe de que no avisa nunca, ni por megafonía, ni por las redes. “Creo que ya lo da por normal, considera que 15 minutos de retraso es algo asumible”, prosigue.

Luego sucede que hay algunos trenes “que están saliendo de Guadalajara con apenas cinco minutos de diferencia y luego están 30 minutos sin pasar”, remarca. Además, el Civis de la 18.16 horas “se ha ido de vacaciones de Navidad, se ha eliminado, ante la cara estupefacta de los usuarios”.

Sus críticas continúan cuando ve a los trabajadores de la estación asumiendo la responsabilidad de informar, ante las preguntas incisivas y, en algunos casos, en tono elevado, de los usuarios.