El recinto deportivo de la Fuente de la Niña se convirtió anoche en el epicentro de la euforia y el desenfreno cuando Lola Índigo, la artista que ha redefinido la música pop y urbana con su enérgica fusión de bailes y canciones, apareció en el escenario dentro de un huevo de dragón gigante para ofrecer un concierto que será recordado por mucho tiempo en la capital caracense. Desde la primera nota hasta el último compás, los fans no dejaron de ovacionarla, transformando la noche en una auténtica fiesta de ritmo, sensualidad y pasión. En la entrada, hubo quienes estuvieron casi veinticuatro horas esperando el inicio de su frenético espectáculo. Allí acamparon cinco amigas desde que el Rey del Glam, Loquillo, concluyó su concierto la noche anterior.

No se tomó ni un respiro
El concierto comenzó con una explosión de energía cuando Lola Índigo apareció en el escenario junto a su grupo de baile, que fueron parte fundamental de su propuesta. El primer acorde resonó y las luces se sincronizaron con el ritmo, creando un ambiente de pura magia. ‘An1mal’ entonó Mimi, dando inicio a una noche que se mantuvo intensa de principio a fin. Uno de los momentos más espectaculares llegó con el tema ‘La niña de la escuela’, donde la iluminación y la realización en directo tomaron el protagonismo. Y entre canción y canción, ni un solo momento de aliento se tomó la intérprete.  Durante el concierto, hubo varios singles musicales donde los bailarinos levantaron a Lola Índigo en coreografías que desafiaban la gravedad. Dos fueron los atuendos elegidos para su gran puesta en escena en la ciudad de Guadalaraja: el primero de ellos plateado y el segundo negro, ambos la mar de sexis y atrevidos.

Después de momentos de bailes contagiosos y ritmos vibrantes, Lola Índigo tomó un respiro para saludar a sus fans entre aplausos y gritos de emoción. “Me lo estoy pasando ‘en grande’ con los guadalajareños”, les dedicó con una sonrisa contagiosa, demostrándoles conexión genuina. Pero también aprovechó la ocasión para lanzar un mensaje sobre la autoestima y la dismorfia que padece, contando cómo ha sido acosada a través de las redes sociales por su físico. “Cada uno tiene que quererse y aceptarse a sí mismo tal como es”, exclamó, a lo que el público aplaudió con empatía.

El concierto continuó con una variedad de canciones que mantuvo a la marabunta en movimiento constante: desde ‘Tiki Tiki’, ‘Corazones rotos’, ‘Mujer Bruja’, hasta ‘Las Solteras’, ‘Cash’ o  ‘El Tonto’. Cada tema llevaba consigo una explosión de energía que se transmitía a través de los bailarines y la propia Lola Índigo. Un punto álgido de la noche llegó con ‘El Dragón’, una emotiva balada que mostró la versatilidad y profundidad de la artista, siendo este el tema que da nombre a su gira.

Finalmente, Lola Índigo cerró la velada con la canción que la catapultó al estrellato: ‘Ya no quiero na’, el himno que marcó su salida de la Academia de OT en 2017 y que se convirtió en un símbolo de empoderamiento y autenticidad resonó en todo el recinto con la audiencia bailando y cantando desenfrenadamente.

Así, con su imparable energía y su enigmática presencia en el escenario, Lola Índigo dejó una marca indeleble en Guadalajara. Su rompedor espectáculo de bailes y canciones demostró que no es solo una artista, sino una fuerza imparable que ha reinventado el concepto de concierto, llevándolo a nuevos niveles de espectacularidad y emoción. Con su voz seductora y sus coreografías cautivadoras, Lola Índigo ha demostrado una vez más y en Guadalajara que es una ‘dragona’ incendiaria que hace arder los corazones de sus fans en cada rincón del país, taniendo en cuenta que su trayectoria es relativamente reciente en la que ya ha sacado a relucir al mercado tres álbumes exitosos: Akelarre, La niña, y El Dragó