Las monjas clarisas se despiden de Molina de Aragón tras 440 años
El obispo diocesano, Atilano Rodríguez, ha presidido la celebración de acción de gracias por los 440 años de presencia de la Clarisas en Molina de Aragón. La eucaristía ha sido concelebrada por el vicario para la Vida Consagrada, Ángel Moreno, y varios sacerdotes vinculados a la comunidad, entre ellos el que ha sido varias décadas capellán del monasterio, Ramiro López, y el clero molinés.
El obispo, emocionado en la despedida, ha destacado la importancia de la presencia de las religiosas en Molina por su entrega generosa, así como la familiar relación de los habitantes de la localidad que siempre “han sentido viva la presencia de las monjas”.
La ciudad de Molina ha arropado a las monjas que, en los primeros días de septiembre, se trasladarán a Soria donde se unen a esa comunidad floreciente y a la que, según ellas mismas han declarado en su carta de despedida a los molineses, siempre han “estado muy vinculadas” y que ahora las acogen “con todo su cariño”.
Las monjas han tenido también palabras de agradecimiento a todos los que, en estos más de cuatro siglos de presencia en Molina de Aragón, las han ayudado de muchas formas: “Nos hemos sentido tan queridas, tan mimadas, tan acogidas siempre entre vosotros que los vínculos son demasiado fuertes y difíciles de romper”. El agradecimiento se ha hecho extensivo a la diócesis, al obispo, a los sacerdotes y a las autoridades. Cabe destacar la presencia en la celebración del alcalde de Molina, Francisco J. Montes, y del Presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha, Pablo Bellido, que han trasladado a las monjas su agradecimiento y buenos deseos para esta nueva etapa.
Las monjas, por su parte, han explicado las razones, ya conocidas, de su marcha: “La edad avanzada de las hermanas, la falta de vocaciones y el Covid-19”, que también las ha afectado. En el homenaje final se ha cantado la salve a Virgen. La orden franciscana, como Molina, se encomienda desde hace siglos a la Inmaculada.
Las Clarisas llegaron a Molina en 1580 y se establecieron junto a la antigua parroquia de Santa María de Pero Gómez, iglesia románica del siglo XIII, que fue donada por el obispo de Sigüenza, fray Lorenzo de Figueroa, a Juan Ruiz Malo para darle uso como capilla conventual con el título de Santa Clara.
CARTA DE LAS MONJAS CLARISAS
Querido Señor Obispo, Sacerdotes, Miembros del Ayuntamiento, Autoridades Civiles que nos acompañan. Queridos Molineses y cuantos no siéndolo por nacimiento, se sienten vinculados a esta querida ciudad: Paz y bien.
Estas pobres hermanas de Santa Clara, os tienen que dejar, después de 440 años de estancia entre vosotros. Y lo hacen con todo el dolor que supone abandonar una tierra y unas gentes, con las que esta Comunidad ha estado siempre vinculada, con unos lazos tan estrechos, que se podría decir, que son como los lazos de sangre.
Es difícil expresar con palabras lo que sentimos en estos momentos, tan difícil, que ninguna de nosotras nos hemos sentido con fuerzas suficientes para leer esta despedida, como hubiera sido lógico hacerlo.
Nos hemos sentido tan queridas, tan mimadas, tan acogidas siempre entre vosotros, que como decíamos, los vínculos son demasiado fuertes y difíciles de romper. Nos hemos sentido molinesas, a pesar de que ninguna de las que quedamos en el Monasterio lo seamos por nacimiento, y eso se debe sobre todo, a vosotros, a vuestro cariño y acogida y también como no, a nuestra Madre Común, a la que tanto vosotros como ciudadanos molineses, como nosotras, como orden franciscana, amamos desde nuestros ancestros más remotos. La Inmaculada.
También nuestro gran agradecimiento a las Diócesis, tanto en su cabeza visible, como en cada uno de sus sacerdotes. Ellos, nunca nos han dejado, se han ocupado de que no nos faltase nada, de nuestra formación, de que nunca nos faltara un Sacerdote, de resolver cada problema pequeño o grande que surgiese. Seguiremos rezando por el éxito del Sínodo, para que en esta tierra que siempre ha dado tantos buenos frutos vuelva a recobrar la fe y el entusiasmo por seguir a Cristo.
Ya conocéis todos, las razones de nuestra marcha. La edad avanzada de las hermanas, la falta de vocaciones y como no, este dichoso COVID que pasó también por nuestra casa haciendo sus estragos. La partida era cosa conocida, pero no de manera tan rápida.
Nos vamos a Soria, a una comunidad de Clarisas, a la que siempre hemos estado muy vinculadas, que nos acogen a todas con todo su cariño y que nos cuidarán y querrán. Vamos a estar muy bien atendidas si… pero no estaremos ya en Molina. Sabemos que nos recordaréis, como nosotras a vosotros. Y aunque ya estemos separados físicamente, en Dios no hay distancia.
Solo querríamos deciros una cosa: que sigáis amando a la Virgen, que no dejéis nunca la Iglesia, que cuidéis a nuestros sacerdotes y les ayudéis todo lo que podáis….
Seguiremos rezando por todos, tanto por los que conocemos como por los que no, tanto por los cristianos, como por los que no comparten nuestra fe. Y sabed, que siempre estarán las puertas de nuestro nuevo Monasterio de Soria abiertas para vosotros.
Que Dios os Bendiga y os guarde y que nuestra Madre Inmaculada os acompañe siempre.
Unidos en la oración, vuestras Hermanas Clarisas.