
La Otra Guadalajara no quiere que los pueblos de España caigan en el olvido
La comarca de Molina se unió a las 500 plataformas que marcharon en Madrid por un mundo rural vivo, con el lema “Salvemos el mundo rural agredido”.
Ángel Luis López Sanz, coordinador de La Otra Guadalajara, reivindica una respuesta común ante la despoblación, el abandono y los proyectos especulativos.
La Otra Guadalajara volvió este fin de semana a las calles de Madrid junto a cientos de colectivos del país para reclamar un futuro para el mundo rural. Bajo el lema “Salvemos el mundo rural agredido”, unas 20.000 personas -según la organización- marcharon por el Paseo del Prado en una manifestación que unió las voces de más de 500 plataformas ciudadanas.
Entre ellas estuvo la coordinadora molinesa, que desde hace dos décadas denuncia la pérdida de servicios básicos en esta zona de Guadalajara. “Nosotros llevamos nuestro eslogan de por una comarca de Molina viva, pero lo que defendemos no es solo un problema de aquí, sino de toda España”, explica Ángel Luis López Sanz, coordinador de La Otra Guadalajara. “El abandono, la falta de vivienda o la despoblación nos afectan a todos los territorios rurales”, añade.
Aunque en esta ocasión no fletaron autobuses -“ya no nos quedan empresas a las que contratar”, apunta López Sanz-, muchos vecinos se desplazaron en sus propios coches, algunos dejando los vehículos en Guadalajara capital para continuar el viaje en tren. “Vinimos de forma particular, pero con las mismas ganas de siempre”, añade.
Reivindicaciones compartidas
El recorrido reunió a plataformas procedentes de toda la España interior, desde Galicia hasta Andalucía. En los carteles se mezclaban denuncias contra la expansión “desmesurada” de plantas solares sobre suelo agrícola, los proyectos eólicos, las macrogranjas y la contaminación de acuíferos. También se escucharon reclamaciones por la falta de vivienda, el cierre de paradas de autobús y la precariedad del ferrocarril convencional, problemas que -según los convocantes- “profundizan el aislamiento de los pueblos”.
“En esta ocasión no quisimos ir por bloques”, explica López Sanz. “Nos mezclamos todos, con nuestras distintas reivindicaciones, para mostrar que lo que ocurre en cada comarca forma parte de un mismo problema.”
El manifiesto, redactado por el escritor “Premio Planeta 2017” y divulgador, Javier Sierra, y leído junto a la ganadera sevogiana Rosa Arranz y el científico Fernando Valladares, fue uno de los momentos más emotivos de la jornada. “Mi pueblo se muere”, comenzaba el texto, que denunciaba la “falta de oportunidades y de servicios esenciales” y la “industrialización sin miramientos” del campo.
Los portavoces coincidieron en la necesidad de abrir un diálogo real con las administraciones. “Queremos que el mañana sea sostenible y esté por encima de los beneficios cortoplacistas que esquilman nuestros pueblos”, subrayó Valladares.
El latido del mundo rural
La marcha concluyó en la plaza de Cibeles con un sonido de fondo inconfundible: los bombos del Bajo Aragón, cuyo retumbar quiso simbolizar “el latido del corazón del mundo rural”. Entre los aplausos, López Sanz resumía el espíritu de la jornada:
“Lo importante es que seguimos aquí, defendiendo lo que es de todos. Ser pocos no resta derechos”.