Hay unos 100 pies de ailanto menos en Valdenazar gracias a los voluntarios
La perseverancia y constancia le están ganando la partida a la propagación del ailanto en el bosque de Valdenazar, que año tras año va reduciendo la superficie ocupada. Ayer, un centenar de pies de esta especie invasiva que habían brotado en los últimos ocho meses fueron arrancados de raíz o seccionados por el tronco en las dos únicas poblaciones donde aún resiste. Pese a que la VI Jornada de Voluntariado Ambiental reunió a menos personas voluntarias que en ediciones anteriores, se consiguió eliminar la totalidad de estos ejemplares en poco más de una hora con un evidente menor esfuerzo que en anteriores ocasiones. “La providencial lluvia que cayó la noche anterior reblandeció el terreno y facilitó las labores de extracción al permitir que muchos pies se desenterraran de raíz sin necesidad de hacer uso de los aperos”, explica Vidal Gaitán, concejal de Medio Ambiente.
Esta especie invasora que hace una década colonizó dos zonas que eran usadas como improvisadas escombreras, cada vez ocupa menos espacio en este paraje natural. Gracias a la “inestimable labor” de los voluntarios, se ha logrado aislar la expansión del ailanto y, lo que es mejor, evitar que se propague al interior del bosque de Valdenazar, “donde hubiera causado estragos entre la población de encinas y robles”. La Concejalía de Medio Ambiente baraja la posibilidad de realizar cortas menos espaciadas en el tiempo para acabar definitivamente con esta exótica especie invasiva, que se propaga con mucha facilidad gracias a su capacidad de reproducción germinal ya que cada ejemplar adulto llega a producir hasta 350.000 semillas al año. Aunque también se multiplica por vía asexual a través de vigorosos brotes de cepa y raíz, que pueden desarrollarse hasta a quince metros de distancia del pie madre.
El ailanto resiste en condiciones ambientales adversas, como las temperaturas ambientales extremas y la sequía estival que se registra en Valdenazar o las gélidas heladas del invierno. Y es tan poco exigente en lo que respecta a la calidad del sustrato que le basta con que tenga un mínimo drenaje para sobrevivir. Por lo que es capaz de desarrollarse a plena luz del día o incluso durante la noche, de ahí que presente un crecimiento tan rápido y una longevidad no muy prolongada. “Estas jornadas de voluntariado han sido determinantes para detener el avance de la planta y evitar que alterase el normal funcionamiento de un hábitat único como es el bosque de Valdenazar”, apunta Gaitán. Y es que es el ailanto es capaz de transformar el equilibrio natural del ecosistema en el que se establece hasta el extremo de impedir el normal crecimiento de la vegetación autóctona.
De no persistir en este control, la acción de arranque y tala de los ejemplares más jóvenes que se ha llevado a cabo con éxito en estos últimos años podría ser contraproducente dado que estimularía la aparición de nuevos brotes. Con la realización de estas campañas de vigilancia y arranque se está logrando agotar de manera paulatina la cepa y, de esa forma, hacer que desaparezca la población objetivo. Y todo ello sin hacer uso de pesticidas ni herbicidas, que pueden ser nocivos para la fauna y flora autóctonas y la cubierta vegetal. Ayer domingo, los participantes en la Jornada de Voluntariado tan solo hicieron uso de azadas, serruchos y cortafríos dado que los métodos mecánicos son los más eficaces para combatir a esta especie invasiva. Primero, con la extracción manual de las plántulas más tiernas y jóvenes y, después, mediante la tala de los individuos adultos que, si bien no producen la muerte del árbol, sí evitan que siga produciendo semillas.