Guardianes de la Galaxia Vol3: Con broche de oro
Cuesta no entusiasmarse con Guardianes de la Galaxia Vol. 3. Los seis años pasados desde su anterior entrega han merecido la pena. En este tiempo, James Gunn, que no ha estado precisamente ocioso, ha perfilado una historia que mezcla con gran acierto humor, emoción y hasta momentos de cierta crueldad. James Gunn sigue ahondando en el mundo del entretenimiento adulto (ni se les ocurra llevar a niños pequeños a ver esta película si no quieren traumatizarles), perfeccionando la técnica que creo con la primera Guardianes, mejoró con su Escuadrón Suicida y que ahora ha terminado de elevar a los altares.
Una de las cosas más interesantes de esta tercera Guardianes de la Galaxia es que le importa bastante poco servir de nexo de unión o mantener la coherencia con el resto del universo Marvel. Poco tiene que ver este Starlord -tan crismático como siempre Chris Pratt- con el que vimos en los primeros minutos de Thor Love and Thunder. Gunn, ahonda en su universo y personajes propios, haciendo aún más fuerte el grupo por encima de sus invidualidades y aprovechando muy bien las oportunidades que se le presentan de ir introduciendo a nuevos miembros.
En esta ocasión la trama gira en torno a la misión que los Guardianes tienen que organizar para salvar la vida Rocket después de que éste resulte mortalmente herido en un combate con Warlok, un súper lo que sea que trabaja de manera indirecta para el malo de turno, que en esta ocasión es el Alto Evolucionador, un auténtico hijo de...
La cosa es que mientras los Guardianes se enfrentan al Alto Evolucionador para salvar a Rocket, éste aprovechará su estado de coma para mostrarnos cosas de su pasado, y además la misión volverá a unir al grupo con Gamora, la nueva, la que nunca fue su compañera ni pareja de Starlord... Jo, explicar la trama de esta película es dificilísimo.
Al turrón. Gunn, en su despedida del universo Marvel antes de pasarse por comlpeto al eterno rival, DC, nos regala una película coral casi perfecta. Dos horas y media de acción, aventuras y hasta lágrimas perfectamente compensadas y que, algo poco habitual en estos tiempos, justifica con contenido su extensa duración. Una película genial para rematar la historia de estos perdedores galácticos y que deja abierta las puertas al futuro, algo perfectamente coherente con el espíritu que tienen este particular grupo en los comics. Gunn, el tipo que comenzó en la salvaje y perturbadora Troma, se hace mayor y logra equilibrar su gamberrismo y mal gusto con delicadeza y elegancia. No se puede pedir más.