Como es sabido, en Física existe el denominado principio de acción-reacción, el cual corresponde a la tercera ley de Newton. Dicho principio dice: “Todo cuerpo A que ejerce una fuerza sobre un cuerpo B experimenta una fuerza de igual intensidad, pero en sentido opuesto”. Pensemos, por ejemplo, en lo que ocurre cuando se presiona sobre un muelle o pensemos en un cohete a propulsión. Pues bien, por extraño que nos parezca, algo similar a lo que se cumple en la Física se cumple también en la Psicología. Cuando insultan gravemente a nuestra madre o a un ser muy querido (acción) no nos dominamos y “reaccionamos” contra quien profirió el insulto. Sólo los muy cobardes o de “sangre fría” no reaccionan, aunque estos últimos suelen hacerlo porque esperan una mejor ocasión para vengarse.
    El principio de acción-reacción en la psicología humana lo hemos visto en lo ocurrido el pasado año con las procesiones de Semana Santa. Recordemos que en algunas ciudades españolas, como Madrid, Barcelona, La Coruña, Ferrol, Cádiz, Oviedo, etc., los ayuntamientos pusieron toda clase de trabas (acción) a las procesiones y actos religiosos. ¿Cuál fue el resultado? Pues que los fieles “reaccionaron”, acudiendo en masa a las procesiones y actos religiosos de Semana Santa. Se cumplió, pues, el principio de acción-reacción.
    Estos días estamos asistiendo a otro hecho en el que se cumple el principio de acción-reacción. Como sabemos por los medios de comunicación, Unidos Podemos, En Comú y En marea presentaron en el Congreso una proposición no de Ley solicitando que la TV2 suprima la retransmisión de la Santa Misa de los domingos. Tengamos en cuenta que esta Misa está destinada, particularmente, a los minusválidos, enfermos y ancianos, los cuales tienen dificultades para asistir a una iglesia. ¿Cuál fue el resultado de tal “acción”? Pues que miles y miles de fieles “reaccionaran” encendiendo sus televisores para ver y oír la Misa. El pasado domingo, día 19 de marzo, la TV2 contó con casi un millón de teleespectadores a las 10:30 de la mañana, hora en la que comenzaba la Santa Misa. Según los expertos, se alcanzó un 18,2% de cuota, algo que no había ocurrido antes a la misma hora y con el mismo programa. Como no podía ser de otro modo, se cumplió plenamente el principio psicológico de acción-reacción.
    Similar a lo anterior es lo que acaba de ocurrir en una célebre Feria de Barcelona, en el “stand” que tienen las Fuerzas Armadas en el Salón de la Enseñanza. El pasado año tanto la Generalitat como el ayuntamiento de Barcelona pusieron toda suerte de trabas a la presencia de las Fuerzas Armadas en dicha Feria. Pese a los desplantes, malas formas y dificultades del pasado año, es lo cierto que este año el “stand” de las Fuerzas Armadas ha tenido que triplicar la superficie que antes ocupaba, debido a la enorme demanda de los jóvenes catalanes. En efecto, ha aumentado considerablemente el número de solicitudes para ingresar en las Fuerzas Armadas. Ante tanto obstruccionismo, tantas dificultades y prohibiciones, la juventud catalana “reaccionó” acudiendo al “stand” de las Fuerzas Armadas, firmando solicitudes para su ingreso en el Ejército… También en esta ocasión se ha cumplido fielmente el principio de acción-reacción.
    De todos los casos anteriores, y se podrían enumerar otros semejantes, es fácil deducir que a toda prohibición se opone una reacción. Es bien cierto el dicho de que “toda barrera invita a ser saltada”. Por ello, no deja de resultar extraño que quienes aceptaron ilusionados los principios del “Mayo francés” o “Mayo del 68”, entre los cuales destacaba el famoso “Prohibido prohibir”, sean los que ahora quieran prohibirnos las procesiones de Semana Santa, los crucifijos en lugares públicos, la Misa que viene retransmitiendo la TV2, la asistencia de las Fuerzas Armadas a la Feria de Barcelona, etc., etc. Sí, no deja de resultar extraño y, a la vez, contradictorio. Está claro que muchos de los que acaban de llegar a la política no tienen las ideas claras. Flaco favor el que le están haciendo a la sociedad española, muy especialmente si se trata de minusválidos, enfermos o ancianos.