El Nazareno de Manolete desfila ante la atónita mirada de un millar de personas
A finales de los años 40, el torero Manolete pasaba todos los veranos en Fuentelencina, su pueblo predilecto. Allí se bañaba en el arroyo Valdefuentes, bautizado con su nombre, junto a su amante, Lupe Sino. Tanto quería Manolete al pueblo que donó la talla de un Nazareno a sus vecinos.
Desde entonces, los lugareños más veteranos, pocos, recuerdan haberla visto por las calles de este pueblo alcarreño cuya Pasión Viviente es Fiesta de Interés Turístico-Provincial.
Sin embargo, este año, salió en el Vía Crucis, que discurrió por sus calles el viernes por la noche, ante las miradas absortas y la participación de un millar de personas, entre hermandades, cofradías, devotos a título individual y autoridades religiosas, entre otras el párroco local, Don Emilio, y el vicario general diocesano, Agustín Bujeda, procedentes de los más de 30 pueblos pertenecientes al Arciprestazgo de Pastrana-Mondéjar.
No menos perplejos estaban el propio alcalde, Santos López Tabernero; o el presidente de la Diputación, y primer edil de Mondéjar, José Luis Vega. “También lo hará el jueves o viernes santo”, señala orgulloso Santos, siempre –como ocurrió ayer- a hombros de los toreros, y futuros artistas del toreo, del Centro Internacional de Tauromaquia y Alto Rendimiento (CITAR). Entre ellos, uno consolidado, el matador Leo Valadez, que lleva en Guadalajara desde los 13 años y que este año torerará en San Isidro por tercer año consecutivo y se estrenará como matador en la Feria de Abril de Sevilla. Los aprendices se establecen en la misma casa donde vivió su referencia, su maestro de por vida, Manolete, que fue rehabilitada y donada por el Ayuntamiento.
Pero el acto no se quedó ahí. La de la talla del Nazareno es una simple, pero muy arraigada en el espíritu popular, novedad. Pero lo más profundo de esta cita, previa a Semana Santa, muy importante en el calendario católico, es el contexto. Una veintena de los municipios acudieron con sus cristos y vírgenes más venerados que sacaron de sus iglesias y ermitas para la gran cita. No se puede decir “desempolvaron”. Siempre hay una o varias personas atentas durante todo el año para que la conservación sea perfecta. Siempre preparadas para cuando la ocasión lo requiera.
Puntualmente, como un reloj, comenzó la procesión. A las nueve de la noche, cada una de las hermandades y cofradías con su imagen, desfilaron al son de las Bandas de Mondéjar, Yebra-Almoguera y las cornetas de Fuentenovilla, pasando por las 15 estaciones representativas de la Pasión y Muerte de Cristo. El acto fue solemne, pero sirvió de encuentro entre todos los vecinos de la comarca que hicieron más Alcarria aún.
Fue un evento entrañable, como era de esperar. No podía ser de otra manera. Fuentelencina dejó bien alto el listón que permanece erguido desde hace décadas. Un listón que el año pasado le cedió Albares y que, el que viene, sostendrá Pozo de Almoguera.
Al finalizar el acto religioso, Santos agradeció a Protección Civil su labor en pos de que la procesión transcurriera en condiciones óptimas, cortando la carretera y desviando la circulación; a la Asociación San Agustín; Hermandad del Cristo y resto de vecinos que hicieron todo lo que estaba en sus manos para garantizar el éxito “de este gran desafío”.
Posteriormente, el Consistorio invitó a asistentes a un chocolate con churros en Plaza Mayor.
CITA CON LA PASIÓN VIVIENTE
Ahora, los habitantes del pueblo y muchos otros de la provincia, esperan la Pasión Viviente, el jueves 28 de marzo, a las 21.30 horas. Esta representación, que se viene realizando desde 1991, narra las últimas horas de Jesucristo a través de escenas que van desde la Entrada en Jerusalén hasta la Crucifixión. Comenzará en la Plaza y culminará en la Ermita de la Soledad. La atmósfera será cautivadora. La luz de las antorchas brillará en la oscuridad.