Alcarreños en la DANA de Valencia
El sábado 2 de noviembre, un grupo de empresarios y voluntarios de Guadalajara se unió para prestar ayuda humanitaria a las personas afectadas por la DANA que ha afectado a la Comunidad Valenciana. En concreto llevaron apoyo a las localidades de Alfarfaz y Alaquás. Esta iniciativa fue impulsada por el gerente del Grupo Totalia, Alberto Marchamalo; la gerente de la empresa de marketing digital Hazhistoria, Vanessa del Cerro; junto a un Policia Nacional fuera de servicio de Guadalajara, Carlos Grau; Eduardo, propietario de una empresa de ebanistería; Javier Carvajal de la empresa Ferricar; Raisa Falcao, creadora de contenido de Guadalajara; Ángeles, una joven fontanera de Guadalajara, así como el conductor de un camión procedente de Sacedón, entre otros.
Desde las nueve de la mañana hasta la una de la tarde, el equipo organizó una recogida de material en el polígono Francisco Medina y Mendoza de Cabanillas del Campo, lugar que se convirtió en punto de encuentro para la solidaridad. “Hemos ido un grupito de empresarios que colaboramos normalmente, que hacemos networking. El viernes hicimos el llamamiento en redes sociales y el sábado lo ejecutamos. Fue una respuesta que no esperábamos,” explica Vanessa del Cerro, quien resume el espíritu que se vivió en la jornada de ayuda. Todos ellos contribuyeron a llenar cuatro furgonetas tipo Sprinter y un camión con bienes de primera necesidad, que incluían ropa, calzado, escobas, cubos, botas de agua, herramientas de carpintería y materiales como picos, palas, productos higiénicos, leche, toallitas, pañales y alimento para mascotas. También se sumó el apoyo de diversas empresas, voluntarios a título personal y el club Deportivo Guadalajara, quien proporcionó ropa y más suministros.
La comitiva viajó en sus vehículos hasta Alfafar y Alaquás, pasando por tres controles de la Guardia Civil que les dieron acceso al considerar la carga de ayuda humanitaria. El recorrido estuvo lleno de desafíos. “Entrar hasta el epicentro nos costó hasta los neumáticos; los caminos estaban en muy mal estado, el GPS no encontraba rutas y el puente principal estaba inundado. Regresaamos a las dos de la mañana del domingo, con los neumáticos destrozados, tuvimos que cambiarlos. Fue agotador pero gratificante,” narra Vanessa, recordando el momento en que finalmente llegaron a la zona afectada.
El contacto directo con los afectados dejó una marca imborrable en Vanessa y el resto del equipo. “Allí no había crispación, eso es solo lo que se muestra en la tele. La gente te recibía con abrazos, agradecidos de que alguien viniera de fuera. Nos ofrecían café y bocadillos, aunque ellos lo necesitaban más. Al bajarme del vehículo y ver el panorama, solo podía pensar en abrazarlos”, añade Del Cerro. Y aporta Marchamalo: "Decir que no necesitan ayuda, es mentir. Esperar a que tengan que pedirla, cuando no pueden ni salir ni entrar de sus casas en muchos casos, es ofensivo. Intentar expresaros lo que hemos visto allí, es imposible. La generosidad de Guadalajara, abrumadora".
Solidaridad juvenil
Las escenas que vieron superaron cualquier expectativa. “No creo que pueda borrar de mi memoria un coche estampado, literalmente en vertical, en el salón de una casa que ya no tenía pared,” comenta Vanessa, quien asegura que el olor y la acumulación de barro, basura y agua en los garajes hicieron la experiencia mucho más impactante. “Ellos solo necesitan abrazos y ayuda, no crispación,” añade.
Vanessa también destacó la sorprendente cantidad de jóvenes que están colaborando en estas labores. Ella misma observó a adolescentes de unos 16 años que ayudaban con mochilas y palas. “La generación Z, muchas veces tan criticada, allí estaba, con deportivas y en pantalón corto, ayudando en todo lo que podían. Es alentador ver cómo tantas personas, sin importar la edad o la distancia, se vuelcan a ayudar.”
Mirada personal
Vanessa, quien lleva 20 años al frente de Hazhistoria, recuerda otras causas solidarias en las que ha participado, como recaudaciones para los afectados por el volcán en La Palma y su papel como voluntaria en hospitales y con refugiados. Sin embargo, admite que nada se compara a la tragedia que vio en Alfafaz. “Esta es la primera vez que literalmente bajo al barro, y sinceramente, no lo había vivido así nunca,” confiesa.
Actualmente, Vanessa maneja varios perfiles en redes sociales, incluyendo su propio blog, Una Bloguera en la Cocina, una cuenta de TikTok e Instagram, que utiliza para promover ayuda y fomentar calma en situaciones de crisis. “En la era de las redes sociales, la solidaridad y la información son clave, pero siempre desde la calma. Estando allí, me llegaron mensajes falsos de gente atrapada, que ni siquiera las trabajadoras sociales pudieron confirmar. Debemos evitar el amarillismo,” afirma.
Posible regreso
Pese a las difíciles condiciones, Vanessa no descarta regresar. “Ahora que están los militares, creo que se podría organizar mejor la ayuda. Pero en un futuro, cuando las tareas urgentes se hayan calmado, quizás volvamos con colchones, ropa de cama y otras cosas que van a necesitar.”