Adiós al Restaurante Sánchez de Sigüenza: cierra un referente centenario de la cocina castellana
Tras 109 años de historia, un emblemático establecimiento de la Ciudad del Doncel baja la persiana por la jubilación de sus responsables, Manolo y Javi, dejando un legado de cocina tradicional y honesta en la Ciudad del Doncel. Su trato humano ha marcado a generaciones de comensales.
El emblemático Restaurante Sánchez de Sigüenza cierra sus puertas tras más de un siglo de historia. Más que un local de comidas, Sigüenza pierde un pilar de su convivencia y un patrimonio emocional forjado a fuego lento desde 1916.
El cierre de un establecimiento centenario no es solo el fin de una actividad económica, sino una herida en la cronología sentimental de una ciudad. Hoy, Sigüenza se siente un poco más huérfana tras la despedida definitiva del Restaurante Sánchez. Desde que abriera sus puertas, según relata su propio archivo histórico, este rincón de la Ciudad del Doncel se convirtió en mucho más que un referente de la "buena mesa sin artificios". Lo que los vecinos pierden hoy es el hogar de una hospitalidad que ya no se fabrica: un ambiente tranquilo, acogedor y familiar donde la amabilidad, educación y el trato de sus empleadcos hacía sentir a cada cliente como un invitado de honor.
La jubilación de Manolo y Javi marca el fin de una era de servicio impecable. Los que disfrutaron de sus manjares les agradecen todos los años de acompañamiento, regalando siempre una sonrisa y manteniendo un nivel de educación exquisito con todo el mundo. Esta calidez humana queda inmortalizada en las paredes del local a través del gran cuadro del reconocido pintor seguntino Emilio Fernández-Galiano Campos, cuyo reciente fallecimiento añade una capa extra de nostalgia a este adiós. En ese lienzo, que preside el salón junto a otras obras y vidrieras artísticas, aparecen retratados Manolo y Javi junto a Toño (José Antonio Maqueda), pieza fundamental del equipo que ha demostrado ser tan grande como ellos y que, de momento, continúa en activo.
La excelencia gastronómica del Sánchez era el reflejo de esa misma honestidad humana. Los vecinos y viajeros extrañarán una cocina de mercado donde destacaban platos como el potaje de vigilia, las judías con liebre, el pastel de verduras o la ensalada de codorniz. Sus croquetas, calificadas por comensales expertos como parte de un selecto "top 5" nacional, el consomé fantástico y sus pimientos rellenos han sido durante décadas el consuelo de muchos paladares. El menú se completaba con especialidades castellanas como el congrio en salsa verde, cordero a la pastora, callos de la casa, cabrito frito o estofado de ciervo, cerrando siempre con el dulzor del helado de higos, la tarta de queso o los tradicionales bizcochos borrachos.
En el interior, donde aún se custodia la memoria del pasado con elementos como su antigua caja registradora de pesetas coronada por el toro de Osborne, el tiempo parece haberse detenido hoy para dar paso a la gratitud. Los mensajes de los vecinos son unánimes: "Vuestra cocina rica y vuestro amable servicio son parte de nuestra memoria". Sigüenza no solo pierde un restaurante o un punto de interés turístico y gastronómico; pierde un pedazo de su alma colectiva. Queda el consuelo de una tradición bien honrada y el deseo de una feliz jubilación para quienes hicieron de la amabilidad su mejor receta.
