Nuestra querida ciudad de Guadalajara siempre ha podido presumir  a lo largo de su historia de tener buenos y grandes teatros para el disfrute de la ciudadanía. Sin lugar a dudas, un teatro emblemático de la ciudad fue el Teatro Principal, que se hallaba situado en lo que a día de hoy es el edificio antiguo del Banco de España. 
    Fue en el año 1827 cuando el Intendente Corregidor de la ciudad, Juan José Orné, informó al Concejo Municipal de la posibilidad de construir un teatro en la nave situada en la Plazuela de San Nicolás. El edificio. que anteriormente había sido utilizado como iglesia con el nombre de San Nicolás, estaba destinado para almacén de paneras, graneros y trojes del Real Pósito. A partir del año 1842, se aprobó el proyecto de obra y comienzo de las mismas; siendo inaugurado en enero del siguiente año. La estructura del nuevo teatro era preciosa y contaba con palcos, plateas, patio de butacas y proscenia con foso. Impresionado por el aspecto que presentaba el nuevo Teatro Principal, el alcalde de Burgos de aquella época, encargó a los arquitectos municipales que realizasen un teatro en su ciudad a imagen y semejanza del de nuestra ciudad. Este teatro de la localidad castellana sigue en pie y se encuentra situado frente a la emblemática estatua de El Cid Campeador, e incluso se denomina también: Teatro Principal de Burgos.
    La inauguración del Teatro Principal de Guadalajara corrió a cargo de la compañía del turolense Antonio Sánchez, cosechando un rotundo éxito. Con el paso del tiempo, el nuevo escenario teatral se fue adecuando a las nuevas exigencias de seguridad, que imponía la Administración del Estado. En concreto, se colocaron quinqués de petróleo en todo el edificio e igualmente se colocó un lucerna sobre la platea, la cual se encontraba depositada en la iglesia de Santa María. Pero, sin lugar a dudas, la principal renovación del Teatro Principal llegó del afamado pintor, Alfonso Romero, el cual cambió todos los decorados del escenario y pasillos laterales; igualmente pintó un gran lienzo en la techumbre del patio de butacas. La escena de la preciosa pintura hacía referencia a alegorías de Guadalajara, rodeada de Ángeles músicos y que en la actualidad puede observarse, en el techo de la escalera noble del  Ayuntamiento de Guadalajara.
    El final de la vida del Teatro Principal, se empezó a fraguar en el año 1927, cuando el Ayuntamiento aprobó el proyecto de alineación de la calle Mayor Alta y que afectaba parcialmente al edificio cultural. Por este motivo, en el año 1931, una comisión municipal compuesta por varios concejales comenzó a negociar con directivos del Banco de España la permuta de terrenos en donde se encontraba dicho Banco, en las proximidades de la iglesia de Santa María.
    Tras duras e intensas negociaciones, el Ayuntamiento se quedó con los terrenos del Banco para la construcción de un complejo escolar, que atendiese las necesidades de las familias de los barrios de Budierca y del Alamín. Es por ello que al antiguo colegio denominado Cardenal González de Mendoza, el cual se encontraba situado en la calle Ramón y Cajal, se le denominaba coloquialmente como el del Banco. Como consecuencia de este trueque de solares, el Ayuntamiento tuvo que abonar 125.000 pesetas en siete plazos e igualmente los dirigentes del Banco de España, se quedaban con el solar de la Plaza del Jardinillo, para la construcción de su nueva sede.
    En marzo del año 1932, el Teatro Principal sería demolido totalmente, ante la desolación de los numerosos aficionados al mundo teatral de nuestra ciudad. Se ponía fin a una parte de la historia de Guadalajara, ya que por su escenario, actuaron las mejores compañías de teatro, se realizaron coloquios culturales, mítines políticos e incluso, su platea se convertía en salón de baile en las fiestas de carnaval.